viernes, 27 de marzo de 2020

Son nuestros mayores

En Holanda, un alto cargo sanitario critica a Italia y España por dedicar sus recursos sanitarios a personas de mucha edad. Lo cuenta un periódico digital y quiero creer que se confunde, que es uno de esos cientos de bulos que estos días, amparados por la avidez de noticias y la angustia del encierro, corren de teléfono en teléfono, de buzón en buzón.

Pero el holandés de marras no es el único que apunta al sacrificio de los mayores. Hace dos días el vicegobernador de Texas opinaba que quienes ya cumplían 70 años, incluido él mismo, debían sacrificarse para salvar la economía del país.

O sea, que vamos a dejar que el abuelo se muera para que no se tenga que cerrar la tienda de la esquina, ni pierdan valor nuestras acciones en el banco. Vamos a dejar que la abuela se muera para que no deje de funcionar el bar y podamos irnos de vacaciones en avión este verano. Vamos a dejar a los viejos al margen del sistema sanitario para que no se nos atasque y no se nos desplome la bolsa.

¡Qué asco! ¡Qué asco de los que piensan así! ¡Cómo si los ancianos fueran trastos viejos, que no seres humanos, que ya han cumplido su ciclo y pueden arrojarse a la basura!

Para contrarrestar la ira que me causan noticias tan repugnantes, recupero mensajes que cuentan iniciativas oficiales y vecinales para cuidar a los mayores, a los que no están hospitalizados pero están padeciendo en casa la soledad y el confinamiento.

Voluntarios madrileños atienden estos días las llamadas de ancianos y ancianas que viven solos, se sienten solos y necesitan escuchar una voz de aliento al menos un ratito al día. El teléfono 919490111 es gratuito.
Hay redes vecinales que están reclutando voluntarios para conversar con los mayores. al margen de las instituciones y sin propaganda pública.
Hay jóvenes que se han coaligado para subirle la compra a sus vecinos ancianos, para traerles las medicinas de la farmacia y asomarse de vez en cuando a su puerta para preguntarles si se encuentran bien o necesitan otro recado.

En algunas residencias se reciben cartas para aliviar el aislamiento de los ancianos, en otras se les facilitan tablets para que contacten con sus familiares, con los nietos y los hijos. Da la impresión que se cuida de ellos con más esmero ahora que tantos han fallecido, ahora que se han destapado tantas deficiencias, tantos errores, tantos recortes de material y de personal en estos establecimientos.

Y pienso en nosotros, en cada uno de los que estamos pasando esta temporada de ausencias añorando a nuestros viejitos. Ahora no podemos visitarlos, ni tocarlos, ni besarlos.

¡A hacer puñetas el holandés y el estadounidense!

1 comentario:

Lydia dijo...

Por eso las personas mayores de esos países se vienen a vivir a España, por la consideración que tenemos con nuestros mayores.