El día ha amanecido con lluvia. Y con un ese frío que, en otras circunstancias, nos haría alegrarnos de no tener que salir de casa. Quizás sea más fácil así aguantar el encierro.
Cuando deje de llover saldremos a dar un paseo. Un paseito corto, como el de ayer. No podemos ir al parque, tenemos que conformarnos con dar una vuelta a la manzana. Pero no te preocupes. Esto no durará eternamente, solo durará unos días. Cuántos todavía no se saben. O no nos lo han dicho.
Te imagino frente al ventanal desde el que me mandas esta foto, mirando esa calle de siempre, tan silenciosa y vacía como tantísimas calles de España. Las campanillas del whatspp suenan constantemente en el teléfono. Tus parientes y amigos no dejan de enviarte señales de consuelo, bromas, pensamientos que compartir. A veces su insistencia resulta pesada, a veces molesta. Pero la mayoría de los mensajes son señales de cariño, la prueba de que te echan de menos, de que están deseando volver a salir por las mañanas a tomarse un café contigo o a darse un paseito por las inmediaciones del Prado.
Parece que ha parado. Vamos a aprovechar, venga, vamos a la calle.
Me imagino a Cloe disfrutando de estas vacaciones inesperadas, tan feliz de pasar estos días tantas horas contigo. Aunque sea metidas en casa, sin poder salir a correr por el parque.
Todo va a salir bien. Lo dicen todos los niños. Los italianos antes, los españoles ahora.
Todo va a salir bien.
(Foto: Teresa M)
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