lunes, 23 de febrero de 2009

Machado

¡Qué tristeza transmiten las fotos del poeta fallecido, arropado con una bandera republicana, en una pensión alejada de su hogar, de sus ciudades, de sus paisanos!

La prensa y los blogs se han llenado estos días con el nombre del poeta porque se cumplen ahora setenta años de su muerte. Esa foto de Machado es un símbolo de la derrota de un pueblo que creyó posible progresar, alcanzar el bienestar y la cultura, el equilibrio social, la gloria incluso. Un pueblo que tuvo que recurrir al silencio o al exilio para sobrevivir, que perdió a sus mejores artistas, a sus intelectuales, a sus escritores, a su gran poeta Antonio Machado.

Estos días estoy leyendo, precisamente, la biografía del poeta que Ian Gibson publicó en 2006: "Ligero de equipaje". Todavía estoy en el año 1930, cuando España empezaba a respirar los aires republicanos que traerían al país un cambio de régimen que muchos hombres y mujeres, entre ellos Machado, deseaban y alentaban. Años en que el poeta sufría de amores por culpa de una mujer que alimentaba su pasión sin permitirle acercarse a ella. Pero de esa historia todavía no conozco los detalles completos. Otro día os lo cuento.

Para exorcizar la tristeza de la foto de Antonio Machado difunto, quiero recordar la que le hizo un artista de la fotografía, llamado Alfonso, en un café de Madrid.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Concierto en el Conservatorio

Os propongo un paseo por las inmediaciones de la calle Atocha y de la glorieta que, aunque su rótulo es Emperador Carlos V, todos llamamos así.

Aquí al lado, entrando por la calle de Santa Isabel, está el Museo Reina Sofía, un magnífico edificio lleno de arte del siglo XX, cuya fachada es fácil de reconocer por las dos torres de cristal por las que ascienden los ascensores hasta sus pisos más altos.

Pero no quiero que nos detengamos hoy aquí, sino que atravesemos esta plazoleta invadida por turistas que acuden a visitar el museo y por vecinos de la barriada, que toman el sol o cuidan de sus niños pequeños. Quiero que acerquemos a un edificio situado en uno de los laterales.

En la puerta principal del caserón, que hace el número 2 de la calle Doctor Mata, vemos el rótulo que lo identifica: Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Este es nuestro destino esta tarde.

El edificio fue diseñado hacia 1769, por Francisco Sabatini arquitecto a quien el rey Carlos III había encargado los planos para un Hospital General que agrupase los distintos dispensarios, sanatorios y clínicas que se extendían por la capital. Del proyecto total, sólo llegaron a levantarse la parte que hoy ocupa el Reina Sofía y este otro inmueble dedicado a la enseñanza musical.

Sus dependencias se desligaron del Hospital General para albergar el Hospital Clínico de San Carlos a mediados del XIX. En sus salas se instruían los alumnos de la Facultad de Medicina, situada en la calle Atocha 106. Hasta que médicos, profesores y aulas se trasladaron a la Ciudad Universitaria, donde están actualmente.

En 1990 se inauguró el edificio como Conservatorio. Sus volúmenes interiores se los reparten cinco aulas grandes, 35 medianas, 27 cabinas de estudio, dos auditorios y varios espacios para servicios pedagógicos y administrativos. El número de alumnos ronda los mil cuatrocientos. Pero no hemos venido hasta aquí para hablar de ellos.

A lo que venimos es a escuchar un concierto organizado en homenaje al compositor navarro Agustín González-Acilu en ocasión de su 80 cumpleaños. A escuchar a Diego Fernández Magdaleno, que toca el piano con una maestría que nos embelesará. Os lo aseguro.

Entremos ya que están a punto de dar las ocho y el concierto va a comenzar.

La foto es de Alejandro Blanco. La he hallado en Flickr