lunes, 12 de abril de 2010

Las viudas, en libro

Es sabido (y aceptado), que el cine y la literatura son géneros con normas narrativas muy diferentes, que hacer una película no es calcar una novela sobre una pantalla y que hay que permitirle al cine licencias y modificaciones en función de una mejor comprensión de la trama e, incluso, de una mayor impacto de la historia en los espectadores. Supongo que en eso estamos de acuerdo casi todos. Pero yo me pregunto por qué se introducen en ciertas películas variaciones que no alcanzo a justificar. Me explicaré.

Fui a ver "Las viudas de los jueves" a poco de estrenarse. Es una historia coral, emplazada en una urbanización de cierto postín en la Argentina de finales del siglo XX. La crisis económica que se cierne sobre el país va minando la estabilidad de algunas familias, que no se resignan a perder la vida bullanguera y ostentosa que llevaban hasta ahora. Entre cenas, festejos y competiciones deportivas va pasando el tiempo y transformando comportamientos. Una mañana aparecen tres hombres muertos en una piscina, lo que conmociona a una comunidad que se creía sólida y protegida frente a los problemas del exterior.

Después de la sesión de cine, con buen sabor de boca todavía, busqué el libro de Claudia Piñeiro en el que Marcelo Piñeyro se basó para hacer su película. Y me llevé varias sorpresas, unas comprensibles y otras incomprensibles para mí.

Comprendo que en la película se hayan reducidos los muchos personajes de la novela se hayan reducido a cuatro parejas y a sus hijos; comprendo que en ellos se hayan concentrado caracteres, anécdotas y sucesos que en la obra de papel están distribuidos entre varias. familias. Comprendo que haya variado el número y la personalidad de los hijos, que se incremente el protagonismo de unos y se obvie pasajes relativos a otros componentes del vecindario.

Pero no entiendo por qué en la película se sustituye el problema de la niña adoptada, en liza permanente con su madre falsa, y se cae en el tópico de la adolescente provocativa y rebelde sin causa; por qué se introducen una violación y una atracción lésbica que no aparecen en la novela y se elude, en cambio, un dato que es clave para entender el final de la historia, que es más contundente en el libro que en la película.

¿Se trata de responder a los gustos de los espectadores, que son más morbosos y más exigentes que los lectores de libro? ¿Se trata de no obviar ninguno de los ingredientes que se creen imprescindibles para que una película sea taquillera?

Tampoco entendí nunca por qué David Trueba convirtió al protagonista de Soldados de Salamina, un trasunto del propio Javier Cercas, en mujer (salvo que fuera para adjudicarle a Ariadna Gil, su pareja, el papel principal de la obra).

De todos modos os digo que la película merece la pena. Aquí os dejo unas secuencias para que veáis de qué va la historia. ¡Ah! Los actores y las actrices estupendos.