domingo, 3 de mayo de 2020

Octavo domingo

Mayo empieza cálido y amable.
Con un primer domingo que se llena de mensajes de elogio a las madres, de flores pintadas y eslóganes similares a los que inventan los centros comerciales para animar a los hijos a comprar objetos para agasajar a las que tanto se merecen.

Pero a las madres los objetos no nos hacen tanta falta (o ninguna) como las llamadas de teléfono, las frases consabidas de felicitación y, desde luego, el sentir el deseo de los hijos de alegrarnos la fecha con su voz y su alegría. Y más en estos tiempos de lejanías y ausencias.

Octavo domingo de confinamiento. Seguimos encerrados pero ya podemos salir a la calle a pasear. Y nos damos cuenta de que no nos asusta salir de casa, de que nos gusta pasear, de que las piernas no nos fallan cuando sobrepasamos las dos manzanas de distancia desde nuestro portal.
Cuando ya estábamos domesticados para permanecer días y días metidos en casa, sin cuestionarnos la situación ni quejarnos de aburrimiento, nos asomamos a la calle y recuperamos de repente el afán de salir a la calle.

Aprovechemos, que ya es la hora.

Domingo, hora de paseo de adultos. Foto de Rosa

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