domingo, 29 de noviembre de 2009

Barcelona sin Onofre

A este parque se llamó y aún se sigue llamando "el parque de la Ciudadela". En 1887, cuando Onofre Bouvila puso los pies en él, se estaba levantando allí lo que había de ser el recinto de la Exposición Universal. Eso ocurrió a principios o a mediados de mayo de ese año. Para entonces las obras estaban muy avanzadas. El contingente de obreros empleado en ella había alcanzado su máxima dotación, es decir, cuatro mil quinientos hombres. Este número era exorbitante, no tenía precedente en la época. A él hay que agregar otro número indeterminado pero igualmente grande de mulas y borricos. También funcionaban allí entonces grúas, máquinas de vapor, ingenios y carromatos. El polvo lo cubría todo, el ruido era ensordecedor y la confusión, absoluta.

Después de ciento veintidós años, el parque de la Ciudadela es un recinto pacífico por donde transitan algunos paseantes, respirando el aire fresco de la tarde del otoño. El nombre lo debe a una fortaleza que mandó construir Felipe V en 1714, después de vencer a los catalanes, que no le aceptaban como sucesor del último Austria, Carlos II, que murió sin descendencia. La ciudadela fue derribada en 1868, cuando se destronó a la reina Isabel, y fueron cedidos sus terrenos al municipio.

De la Exposición Universal de 1888 quedan algunos pabellones, una gran cascada, en cuyo diseño participó Gaudí, y un pintoresco Arco de Triunfo, que fue la entrada al recinto. Dentro del parque se encuentra el Parlament de Catalunya, que ocupa un antiguo arsenal desde la época de la Republica.

De Onofre Bouvila no queda rastro en la Ciudadela, a donde él iba a repartir pasquines anarquistas y a vender crecepelo, ni en las avenidas de esta ciudad moderna y vistosa. Cuando él llegó a Barcelona, el Ensanche estaba levantándose sobre campos en los que hasta hacía pocos lustros pastaba el ganado y crecía silvestre la vegetación. En las calles estrechas de la población ya no cabían sus pobladores, muchos de ellos recién llegados en busca de trabajo y de un futuro sin las miserias de los pueblos del interior.

La ciudad crecía y prosperaba sin quitar los ojos del mar, sin dejar de oler la humedad de aquel Mediterráneo que le daba vida. Así lo cuenta Eduardo Mendoza en "La ciudad de los prodigios", (Seix Barral, 1986).

Aunque a finales del siglo XIX ya era un lugar común decir que Barcelona vivía "de espaldas al mar", la realidad cotidiana no corroboraba esta afirmación. Barcelona había sido siempre y era entonces aún una ciudad portuaria: había vivido del mar y para el mar; se alimentaba del mar y entregaba al mar el fruto de sus esfuerzos; las calles de Barcelona llevaban los pasos del caminante al mar y por el mar se comunicaba con el resto del mundo; del mar provenían el aire y el clima, el aroma no siempre placentero y la humedad y la sal que corroían los muros; el ruido del mar arrullaba las siestas de los barceloneses, las sirenas de los barcos marcaban el paso del tiempo y el graznido de las gaviotas, triste y avinagrado, advertía que la dulzura de la solisombra que proyectaban los árboles en las avenidas era sólo una ilusión; el mar poblaba los callejones de personajes torcidos de idioma extranjero, andar incierto y pasado oscuro, propensos a tirar de navaja, pistola y cachiporra; el mar encubría a los que hurtaban el cuerpo a la justicia, a los que huían por mar dejando a sus espaldas gritos desgarradores en la noche y crímenes impunes; el color de las casas y las plazas de Barcelona era el color blanco y cegador del mar en los días claros o el color gris y opaco de los días de borrasca. Todo esto por fuerza había de atraer a Onofre Bouvila, que era hombre de tierra adentro.

Conocer el pasado de una ciudad a través de la literatura te ayuda a apreciar lo que ves cuando estás en ella: los edificios, los monumentos, las vías, los mercados. En los contrastes y las diferencias se pueden encontrar pistas certeras sobre su evolución y sobre la esencia de sus gentes. En el pasado de una ciudad están la mayoría de las claves de su situación actual.

Por eso, en cuanto regresé de Barcelona busqué el libro y volví a leerlo, con la ventaja de tener recientes en la memoria los nombres de los lugares por los que se mueve el personaje de Eduardo Mendoza. Bouvila corretea por una urbe en expansión, especula con los solares en los que se proyectan los nuevos barrios, se involucra en tramas mafiosas y en conspiraciones políticas, se enriquece, se labra una fama que combina el temor con el respeto y consigue sobrevivir, viejo y audaz, hasta la siguiente Exposición Universal de Barcelona, celebrada en 1929 en Montjuitch.

Un buen libro este de Mendoza para indagar en la historia de esta magnífica ciudad.

18 comentarios:

José María dijo...

Un interesante comentario, como todos los que haces.
Una de las aspiraciones el Ayuntamiento democrático era que la ciudad mirara hacia su mar Mediterráneo; las industrias del barrio del Poble Nou (Pueblo Nuevo) y los inmensos tinglados del puerto en la zona del Paseo de Colón lo impedían. El barrio del Poble Nou se construyó nuevo para las Olimpiadas; allí se ubicó la ciudad Olimpica; se recuperaron kilometros de playa. Los tinglados del puerto se derribaron antes y ahora Barcelona sí se asoma al Mediterráneo.
Un abrazo

Merche Pallarés dijo...

¿A qué es bella la ciudad? Y el libro que mencionas de Mendoza muy interesante y descriptivo. ¡Ya falta menos para vernos en Madrid! Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Cómo me gusta Barcelona.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Me lo apunto Cecilia. Por lo que nos cuentas, se ve muy interesante. Para Navidad termino este trabajo que tengo ahora y me lleva extresada, pero para año nuevo todo cambia y tengo que ponerme las pilas con la lectura, así que de nuevo, te doy las gracias por tus informaciones.

Besicos muchos guapa.

Ciberculturalia dijo...

Me encantan tus reportajes sobre ciudades. Me ha encantado este especialmente porque Barcelona es una ciudad que me encanta, a la que he ido con frecuencia.

Un beso, Cecilia

Josep dijo...

Hola Cecilia.
No sabes cuando agradezco tu reportaje. Muchas veces escribo o contesto sobre esta ciudad, y sobretodo a Poble Nou (el barrio donde naci) Y que JOSÉ MARÍA lo explica muy bien.Solo se le olvida decir que otra cosa que nos separaba del mar era las vias del primer tren Barcelona - Mataró. Los trenes de mercancias entraban dentro de las empresas.Eran enormes.
Cecilia, desde hace mas de un año vengo diciendo lo desencantado que estoy, por esta Catalunya que no funciona,ni dejan que funcione.
Ojalá tu estupendo escrito sirva para que se nos entienda un poco más y mejor.
Muchas gracias por todo.
Una abraçada/Un abrazo.

Ferragus dijo...

Hermoso texto, Cecilia. Al parecer, Barcelona encierra un misterio mayor que la hace grande; quizá, como ciudad portuaria, esta hecha con trozos de todo el mundo.

Un beso, Cecilia.

Raquel dijo...

Es muy cierto lo que dices acerca conocer el pasado de una ciudad a través de la literatura.
Un abrazo

Bea dijo...

Me encantó ese parque desde la primera vez que estuve allí! Tengo el libro por aqui y creo, que voy a seguir tu consejo y lo voy a releer!
Un beso. Bea

Laura dijo...

Excelente combianción de visita y novela, sin duda.

Un saludo

Hada Isol ♥ dijo...

Cecilia desde que estoy en losblogs he conocido fotos de ciudades,la impresión de aquellos que ciajaron,sus sensaciones sobre cada lugar,y el amor de los que las habitan relatado en cada uno de sus recuerdos y sensaciones,así mi mundo se vá ampliando,hoy en tu blog he conocido Barcelona desde la literatura,y me encantó! ansío caminar por Barcelona alguna vez en mi vida,mientras es un placer hacer estos viajes imaginarios guiada por mis amigos de blogs,me encantó tu post! te mando un abrazo enorme!

fritus dijo...

Que sepas que me encanta este post, por muchas razones muy intímas que ahora quizas me son dificiles de enumerar...pero la principal es que mi bisabuelo Manuel llego a Barcelona en 1919, para acabar cavando zanjas ne las obras del "gran metro" y su familia ya nunca se movió...yo soy un producto de la ciudad de los prodigios, a la que tanto amo.

Un abrazo

Fernando Manero dijo...

Siempre he recomendado ese libro a cuantos desean conocer Barcelona y cómo se configura una ciudad sobre los cimientos del poder adquirido por una burguesía que concibe el espacio de otra manera. ES una obra excelente, que nos adentra en la España del siglo XIX y nos ayuda a entender mejor algo en lo que eres maestra indiscutible: la relación entre el paisaje urbano y las lógicas sociales, económicas y culturales que le dan su forma y su estructura.

Adriana Alba dijo...

Cecilia que bonito blog tienes!! y es cierto lo de los balcones, uno a veces no toma consciencia de las pequeñas grandes cosas, hoy me asomé por tu balcón y y me gusto lo que vi!!!

Abrazos de Luz!!!

Cuando quieras pasa por casa....

Josefa dijo...

Gracias por esta información sobre Barcelona. Llevo viviendo cuarenta y cuatro años en esta acogedora ciudad y me siento Barcelonesa. Me ha gustado esta entrada. Un beso.

inespoe@gmail.com dijo...

No e leído el libro de Mendoza pero concuerdo en ese poder que tiene la buena literatura para enseñarnos sobre el espacio que como extrañados visitantes a una nuevo sitio recorremos.

Unknown dijo...

Un gran libro.Abrazos

Carlos Osorio. dijo...

Magnífico libro sobre magnífica ciudad. Aunque, yo, casi me quedo con aquella Barcelona mágica y cosmopolita de hace 30 años. Me resulta menos atractiva la ciudad neopija egocéntrica y urbanismo-desastre-plaza dura de ahora.