lunes, 1 de marzo de 2021

Un año después

Este es el lema con el que marzo despunta. Ante las cámaras y los micrófonos, en los titulares de prensa, los informadores repiten el lema, como si todos se hubieran puesto de acuerdo para solemnizar el aniversario de la irrupción del virus en España.

Hace un año que se detectó el primer caso en Canarias. Hace un año que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia. Hace un año que se cerraron los colegios. Hace un año…. Las noticias son un recuerdo de lo que ocurría en marzo de 2020 y un balance de todas las alteraciones, desventuras, gestas y fracasos registrados en los últimos doce meses.

¿Un año ha transcurrido ya?, nos asombramos cuando pasamos la hoja del calendario. ¿Llevamos ya doce meses de encierro, de mascarillas y gel hidroalcohólico, un año sin abrazos ni besos, sin comidas familiares extensas, sin viajes, sin festejos con los amigos, sin asistir al cine o al teatro? ¿Un año ya contando contagios y fallecidos, trabajadores que se han ido a un Erte o al paro, un año de hospitales saturados, de negocios arruinado, de propósitos fracasados …?

Pues sí. Estamos en “un año después”.

¿Qué hacíamos entonces, al declinar el invierno de 2020? Hacíamos nuestra vida cotidiana, cumplíamos nuestras tareas, desarrollábamos nuestros proyectos, comentábamos con nuestros allegados las noticias procedentes de China, las imágenes impactantes de las calles de Wuhan, completamente vacías. Aquí no llegará ese virus, pensábamos para sosegarnos. Se quedará anclado allá, en la otra cara del planeta, como los virus y coronavirus que lo precedieron.

Sonaban voces de alarma desde enero, pero ninguno de los oráculos patrios, ningún vidente, ninguno de esos profetas que surgieron a posteriori nos avisaban de que nos dirigíamos hacia un desastre de dimensiones universales, un cataclismo parecido a los relatados en las novelas de ciencia ficción o en las películas futuristas que tantísimo dinero invierten en los efectos especiales.

Ni siquiera cuando el virus empezó a campar por la península italiana, tan próxima a la española en el mapa y en la cultura, creímos que íbamos a tener que encerrarnos como hicieron los habitantes de Wuhan en el mes de enero.

Pues sí. Nos encerramos. Hace casi  un año ya.

Nos encerramos y empezamos a vivir de una forma distinta a la que estábamos acostumbrados. Con miedo y precauciones, con restricciones físicas y dificultades económicas, con ausencias emocionales, con dolores cuando el virus nos atrapaba, con pérdidas de gentes a las que todavía no les había llegado su hora….

¡Cuánto nos ha cambiado la vida en un año!, pensamos ahora, cuando se cumple un año de convivencia con el virus. ¡Cuánto hemos cambiado cada uno de nosotros!

¿Y hemos cambiado para mejorar, como nos prometía la propaganda institucional?  La respuesta es complicada. Sin duda, hemos mejorado en algunos aspectos. Hemos aprendido a compartir espacios e intereses con nuestros padres e hijos, con nuestros compañeros de piso, hemos adquirido técnicas para  trabajar a distancia y reunirnos con los amigos, hemos descubierto facultades personales que ignorábamos de nosotros mismos, hemos entablado relaciones con vecinos a los que antes ignorábamos, hemos renunciado a costumbres menos saludables....  

No sé si somos mejores o peores que hace un año, pero lo que sí creo es que compartir experiencias, enseñanzas y hallazgos particulares, contar y escuchar historias de este año singular puede ser un remedio eficaz para paliar los efectos nocivos del virus. Sin olvidar, desde luego, que en estos doce meses también hemos vivido acontecimientos felices: niños que han nacido, parejas que se han hallado, empresas que se han iniciado o se han reinventado, libros que se han publicado, películas que se han rodado, amistades que se han consolidado, conciertos que han congregado a espectadores en las plazas de los barrios, etcétera, etcétera.

Concierto de domingo en la plaza

1 comentario:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Un año después se nos han visto todas las carencias del sistema, también todas las virtudes de mucha gente y su capacidad de esfuerzo. Me gustará saber cómo estaremos dentro de un año y qué hemos corregido y qué no.