Llegó un tiempo en que lo dejaron solo. Los que antes le halagaban y le cortejaban, los que presumían de ser devotos suyos, los que buscaban el poder y la influencia a su lado, le dejaron solo cuando advirtieron que era un gobernante en declive, sin futuro, sin ningún as en la manga. Adolfo Suárez se quedó sin aliados en 1981, cuatro años después de las primeras elecciones democráticas de España desde 1936, en las que se había confirmado su liderazgo y el poder del partido que él encabezaba, la Unión de Centro Democrático, UCD.
La caída de Adolfo Suárez fue, en cierto modo, el resultado de un contubernio en el que se implicaron partidos políticos, (el suyo y los de la oposición), poderes eclesiásticos, monarquía, sindicatos, militares… La conjunción de tantos conspiradores y adversarios tuvo una consecuencia fatal: abonar el terreno para que los sectores ultraconservadores del Ejército fraguaran un golpe de estado que pudo haberle costado muy caro al país pues, de haber triunfado, nos habrían arrebatado la democracia y, tal vez, nos habrían condenado a una nueva dictadura. De esto nos habla Javier Cercas en su libro “Anatomía de un instante”.(Mondadori, 2009)
El título nos introduce en el trabajo que realizado el autor: Contemplando las imágenes del asalto al Congreso por una cuadrilla de guardias, que amenazaban con las armas a los diputados, unas imágenes que se han repetido cientos de veces en las pantallas de la televisión y en las páginas de las revistas y los periódicos, Cercas se detiene a diseccionar a los personajes que participan en la escena, indagando en sus motivaciones, sus engaños, sus aspiraciones, sus encuentros, saca a la luz sus historiales, remontándose a los años juveniles que, en algunos casos, coinciden con los de la guerra civil.
"Ya no existen grandes enigmas sobre el 23-F. Lo digo después de haberlo leído todo y hablado con muchos de los protagonistas. Lo que quedan son zonas de sombra. No hay historiadores académicos que se hayan ocupado del golpe. La razón es que no existen documentos. Pero yo me he dedicado a mirar, a escuchar y a leer con atención. A fijarme en esas cosas que todo el mundo hemos visto pero que no hemos acertado todavía a interpretar" decía Javier Cercas cuando se publicó su libro, en abril de 2009.
¿Qué hizo el rey durante aquella tarde de febrero, después de enterarse de que unos uniformados habían tomado a los diputados como rehenes? ¿Rechazó el golpe por convicción propia o por intereses que nadie rebelaría entonces? ¿Hubo alguien que le aconsejara y que interviniera en su decisión? ¿Qué pensaría Suárez mientras se quedaba sentado en su escaño cuando todos los diputados se metían debajo del suyo? ¿No tendría miedo Carrillo, que hizo otro tanto? ¿Qué sabía Guitérrez Mellado de los golpistas y por qué intentaron tirarlo al suelo sus subordinados? ¿Cómo se lo montó Armada para que no se sospechase de él en los momentos del asalto?
El libro nos ayuda a dar respuesta a las dudas que nos han quedado en la cabeza, dudas que no se han diluido a pesar de los cientos de libros, artículos, películas, chistes, que hemos leído, oído, visto a lo largo de los veintiocho años que han transcurrido desde que Tejero y los suyos entraran en el palacio de la Carrera de San Jerónimo. Javier Cercas, que escribe con una claridad y una contundencia admirables, aporta múltiples datos sobre los acontecimientos y una extensa bibliografía para apoyar las opiniones que él emite sobre los personajes, su comportamiento, sus pretensiones.
A pesar de que él saca conclusiones de sus pesquisas y utiliza adjetivos para calificar a los personajes, no se le advierte al autor tendenciosidad ni afán de manipulación de mentes ajenas, sino que su texto parece una invitación continuada al lector, le incita a meditar y sacar también sus propias conclusiones. Cercas no oculta su predilección por la democracia, pero sus afirmaciones vienen avaladas por las entrevistas a quienes vivieron los hechos o los padecieron, por las consultas de libros de ideología dispar, por la observación de documentos audiovisuales….
La figura más descollante del libro es, por supuesto, Adolfo Suárez, el artífice de la transición, un periodo que se ha mitificado tanto como la figura que lo impulsó. Criado en las estructuras de poder franquistas, ministro del Movimiento (un amago de partido político consentido por el dictador para aglutinar a sus partidarios), amigo de cualquiera que tuviera un papel relevante en la vida política española, Suárez fue capaz de destruir los engranajes de la dictadura y edificar sobre sus escombros, un sistema democrático parlamentario, encabezado por el rey que le había encomendado la misión.
Lo malo es que cuando ya había cumplido su tarea, cuando Juan Carlos reinaba ya en una España con una constitución democrática, aprobada por los ciudadanos, y había celebrado unas elecciones generales, cuando parecía imposible desandar el camino que nos había sacado de la larguísima postguerra, los poderes fácticos se volvieron contra Suárez y allanaron el camino a los militares conservadores que, añorando los años en que ellos dictaban la ley y las normas, querían controlar la democracia o erradicarla.
Considero este libro imprescindible para todo el que desee conocer a fondo la historia más reciente de España. Y doy fe que se lee con la misma facilidad con que se lee una novela. Una buena novela
Fotos: portadas del diario El País del 24 y el 25 de febrero de 1981. La imagen de Suárez es de Marisa Flórez y se publicó en el mismo diario en 1986
Si no cuento mal, esta es mi entrada número 200. Si cuento mal, es la 201 o la 202.
Prefiero que sea la 200 para asociar el número redondo a un libro que me ha resultado tan interesante.