miércoles, 19 de noviembre de 2008

Más cerca de Nueva York

En Nueva York las casas se calientan con vapor, que circula por cañerías. Por eso se ve en las películas un humillo que sale del pavimento. La ciudad de Nueva York está asentada sobre un suelo de roca, con alta concentración de mica, que es ideal para el anclaje de edificios. Las torres más altas se ubican en las parcelas donde la roca es más superficial.

Me he enterado de esto en un libro que se titula “A cien millas de Manhattan”. Me lo regalaron cuando anuncié el viaje a Nueva York y, a primera vista, me sorprendió su autor: Guillermo Fesser, uno de los dos componentes de Gomaespuma.

Guillermo se fue en el año 2002 a Estados Unidos, el país de su mujer. Se afincó en el estado de Nueva York, a cierta distancia de la capital. Su propósito era elaborar un guión de cine, pero lo relegó cuando empezó a relacionarse con la gente, con el entorno, a tomar notas de lo que veía y escuchaba. Al regresar a España, plasmó en un libro su notable experiencia: todo lo que había aprendido de un país que no se parece ni al de las películas del oeste ni es exactamente igual que el que asoma a los telediarios cuando hay una tragedia.

Con un estilo propio de quien está acostumbrado a narrar oralmente, Fesser transmite al lector su pasión por un mundo distinto al nuestro, y consigue que se perciba a los “americanos” como la gente tan estupenda que realmente debe ser.

Gomaespuma no es sólo una fórmula de humor, es también un proyecto social, un afán cultural que yo he descubierto siguiéndole el rastro a Guillermo Fesser.

Me encantó que me regalaran este libro que, reconozco mi error, a mí nunca se me hubiera ocurrido comprarme. Ha sido un gustazo leerlo.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Hoy dice el periódico...

Siempre he apreciado el poder de las palabras. Siempre he admirado a quien sabe utilizar las palabras, combinarlas y trenzarlas para transmitir ideas, emociones y afectos. Por eso adoro los libros, las cartas, las tertulias, las confidencias… y desde hace once meses, adoro el mundo de los blogs. El increíble mundo de los blogs.

Me maravilla el poder de las palabras que, rompiendo los moldes de comunicación y diálogo tradicionales, atraviesan el espacio arrastrando consigo un sinfín de teorías y de anécdotas, de ternura y sentimientos. Me maravilla la cantidad de vida y calidez que irradia la pantalla de mi ordenador cuando abro ciertas páginas del blogger.com que me he acostumbrado a leer y a disfrutar casi a diario. Como la de Rafa. ¿Sabéis de quién os hablo? Rafa es ese chico asturiano que tiene una hija que acaba de cumplir siete años, Laura, y una mujer para la que siempre tiene elogios y gratitudes. Ese guaje que tiene la costumbre generosa de dedicarle su entrada de los miércoles a quienes visitamos su blog.

Rafa, hoy te toca a ti leer lo que pienso de ti.


A Rafa lo conocí en la primavera, si no recuerdo mal, porque me llamó la atención su cabecera: Hoy dice el periódico. Me gustó lo que leí y regresé otros días a su casa. Rafa posee la capacidad admirable de escribir todos los días una entrada antes de que amanezca, incluidos los sábados y los domingos. ¡Qué tesón y qué ingenio! Me asombra su asiduidad y la claridad de su pensamiento a esas horas en que la mayoría todavía estamos remoloneando entre las sábanas.

A estas alturas del año, a Rafa ya lo considero un amigo aunque no le haya visto más que en unas fotos de pequeño formato y no haya oído nunca su voz. Le considero tan amigo que los domingos, aunque no soy futbolera, procuro enterarme de qué ha hecho el Sporting para saber si Rafa se ha llevado una alegría. Y cuando dice el meteorólogo de turno que va a llover en Gijón, me dan ganas de mandarle un aviso a Rafa para que coja el paraguas antes de salir de casa.

Creo que no soy la única a la que se le han saltado las lágrimas cuando Rafa escribió sobre mis escritos blogueros. Fueron sus palabras un regalo hermoso para mí, una constatación de que el poder de las palabras rebasa los límites de la distancia y la frialdad de la pantalla de un ordenador cuando el que escribe es capaz de poner en marcha, simultáneamente, la cabeza, los dedos y el corazón.

Hoy dice el periódico, Rafa, que es miércoles de noviembre. Lo que no dice el periódico (y si no lo dice, ya nos encargaremos otros de decirlo) es que eres un tipo estupendo.

Como no atino a poner un vídeo, te pongo un enlace para que veas la canción que te dedico.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Bailarinas, retratos y pinturas

Este otoño se ha inaugurado en el paseo de Recoletos una nueva sala de exposiciones de la Fundación Mapfre. Y se ha estrenado con tres muestras muy interesantes, cada una de ellas ocupando una planta del señorial edificio.

En la planta de calle hay una serie de obras de Edgar Degas, el pintor impresionista a quien se identifica fácilmente por sus cuadros de bailarinas. Esta exposición está llena de mujeres danzando: oleos, pasteles, dibujos y, sobre todo, esculturas que sorprenden por la belleza de las posturas de las bailarinas. (Te gustaría, Miriam)

Muchas de estas obras proceden de París, del Museo d´Orsay. Otras han venido de Brasil, del Museo de Arte de Sao Paulo. La exposición se titula Degas: El proceso de la creación.

En la planta primera, hay una interesante exposicón de pintura titulada Entre dos siglos, España 1900, que contiene obras firmadas por los grandes artistas que todos admiramos.: Dalí, Solana, Miró, Romero de Torres, Sorolla, Vázquez Diaz, Zuloaga... Para embelesarse un buen rato con esta exhibición variopinta de las vanguardias.

Y en la planta sótano se ha montado una peculiar exposición de fotografía: a lo largo de las paredes cuelgan 33 obras del norteamericano, Nicholas Nixon, que pertenecen a una serie de retratos en los que, a lo largo de más de treinta años, el autor plasmó a las mismas cuatro mujeres, su esposa y sus tres cuñadas. Cada año, las hermanas Brown posaban para Nixon mudando de postura, de peinado y de atuendo, pero siempre mirando al objetivo y ajustándose a un orden establecido desde la primera foto.

El resultado es asombroso porque, al contemplarlo, te das cuenta de qué manera incide el paso del tiempo en el rostro de los seres humanos. No sólo porque ves envejecer a cuatro mujeres de rasgos semejantes, sino porque los efectos de la edad son diferentes para cada una de ellas.

Si estais lejos, podeis echar un vistazo al Museo Virtual.