Desde que éramos pequeños hemos escuchado el nombre de esa avenida con reverencia. Broadway. Hemos imaginado una calle llena de carteles, donde se exhiben los títulos de los espectáculos que, a veces, transformados en películas, han llenado n uestras salas de cine y las pantallas de nuestros televisores.
Broadway era en nuestra imaginación una avenida llena de música, el lugar mágico y vivificante donde se unen las voces de cientos de cantantes, los sonidos de miles de instrumentos, la cadencia de las melodías interminables que, cruzando el océano, llegan a nuestras ciudades, se insertan en nuestras historias personales y se hacen parte de nuestra memoria y nuestra rutina.
Y nuestra imaginación se convierte en realidad cuando llegamos a Broadway y sentimos en las pupilas el destello deslumbrante de las miles de bombillas que se encienden en las fachadas de la vía, en torno a los letreros que anuncian los espectáculos que están en cartel. Chicago, Billy Elliot, Hair, West side story. ¿Quedará algún ser humano sin haber visto todavía West side story?
Broadway era en nuestra imaginación una avenida llena de música, el lugar mágico y vivificante donde se unen las voces de cientos de cantantes, los sonidos de miles de instrumentos, la cadencia de las melodías interminables que, cruzando el océano, llegan a nuestras ciudades, se insertan en nuestras historias personales y se hacen parte de nuestra memoria y nuestra rutina.
Y nuestra imaginación se convierte en realidad cuando llegamos a Broadway y sentimos en las pupilas el destello deslumbrante de las miles de bombillas que se encienden en las fachadas de la vía, en torno a los letreros que anuncian los espectáculos que están en cartel. Chicago, Billy Elliot, Hair, West side story. ¿Quedará algún ser humano sin haber visto todavía West side story?
Broadway es una vía que se salta las reglas toponímicas de Manhattan y su trazado cuadricular. Salvo los barrios del sur de la isla, los más antiguos, que se construyeron sin planificación regular cuando los inmigrantes europeos se instalaron en esta tierra de indios, el mapa de Manhattan está compuesto por una docena de avenidas, que corren de sur a norte, y unos centenares de calles, que van de este a oeste, todas ellas nombradas con números según su ordenación. (En algunos tramos, es cierto, algunas avenidas asumen otro nombre: la cuarta se llama Park Avenue, la sexta se llama de las Américas, la novena Columbus, la décima Amsterdam...)
Broadway, sin embargo, tiene un nombre distinto, quizás porque es una vía particular, con personalidad singular. A diferencia de las avenidas, Broadway sigue un itinerario oblicuo, que comienza en la punta sur de la isla, en Battery park, se entrecruza con nueve de las doce avenidas, y llega hasta la calle 215, donde se convierte en puente para cruzar el río y prolongarse en suelo del Bronx, uno de los distritos añadidos a Nueva York.
Caminando por Broadway, el turista atraviesa barrios y calles de sustancia, arquitectura y cometidos dispares, lo que le da una visión múltiple de la gran metrópolis. La compostura financiera de Wall street, el derroche comercial de Chinatown y de Soho, la severidad burocrática de la Sexta avenida con sus severos edificios de oficinas, el lujo y el poderío económico de la Quinta, el despliegue publicitario de Times Square, la luminosidad verde de Central Park, con el que linda en Columbus cicle, la sensibilidad artística de Lincoln Center, la concentración humana de las zonas residenciales de la Novena y la Décima, el saber y el talento de Columbia University...
Broadway es una especie de vena que recorre el corazón de Nueva York, dándole aire a sus barrios y multiplicando en ellos el afán de acoger y acaparar todas las razas, todas las lenguas, todas las culturas, todos los estilos de vida, que hacen esta ciudad tan grande y tan atractiva para los que llegamos de otro continente.
Foto 1. Times Square a las ocho de la tarde.
Foto 2. Así veía Broadway desde mi balcón en el piso 18.