El que recita este párrafo de la obra de Cervantes es un animalillo del que unos huirían, como si fuera un monstruo carnívoro, y al que otros perseguirían armados con una escoba recia para destruirlo. Se llama Firmin. Es una rata que ha nacido en el sótano de una primorosa librería de Boston, regentada por un hombre que ama los libros tanto como los ama el bicho que cuenta su historia. Firmin descubre al poco de nacer que le gustan los libros a rabiar: empieza comiéndoselos, masticándolos y destrozándolos. Pero después, cuando aprende a descifrar las palabras que sustenta el papel que mastica, se apasiona por las historias que narran.
Firmin es una auténtica rata de biblioteca. Un devorador de literatura. Un tipo feo, cabezón y, como él mismo indica, un especimen raro y enloquecido.
"Contemple usted al Caballero de la Triste Figura: vanidoso, testarudo, apayasado, ingenuo hasta la ceguera, idealista hasta incurrir en los grotesco... Locual viene a ser como describirme a mí en pocas palabras. La verdad es que nunca he estado bien de la cabeza. Lo que pasa es que yo no ataco molinos de ivento. Hago algo peor: sueño con atacar molinos de viento, estoy deseando atacar molinos de viento y a veces imagino que he atacado molinos de viento".
Por lo que dice la prensa, Firmin se convirtió en un fenómeno editorial a los pocos meses de salir a la calle, sorprendiendo a quienes lo habían puesto en el mercado. Puede ser porque se trata de un texto original, porque no le falta ironía ni delicadeza o, simplemente, porque es una alabanza de los buenos libros que cualquier lector puede hallar en una vieja librería de barrio y, en general, a la literatura de todos los tiempos.
A mí no me molesta que Firmin "devorase" un ejemplar del Quijote, ese libro que Pedro Ojeda Escudero nos anima a devorar los jueves desde su blog para después comentarlo con quienes le seguimos.
La foto está tomada de Internet. Busqué en Boston y me salió esta librería.