martes, 8 de abril de 2008

En el cuarto de baño

El ruido del agua que fluye de la cisterna ahoga, durante unos instantes, el griterío que llega desde el piso de abajo. No se entienden las palabras que las mujeres profieren, pero el tono de sus voces indica que ya han iniciado una de sus frecuentes discusiones. Natalia comprueba la hora en el reloj plastificado que ha colocado en la repisa donde se apilan las toallas y se alinean los frascos de colonia y los desodorantes: las siete y veinticinco. El horario se cumple con precisión.

Este es el primer párrafo de la novela de una amiga mía, que está buscando un editor. La historia comienza en un cuarto de baño, cuando una de las protagonistas está cumpliendo el ritual higiénico diario, antes de salir hacia su trabajo, en una clínica odontológica. La mujer se lava, se peina y se maquilla mientras escucha los chillidos de las inquilinas del piso inferior, a las que conocerá unas páginas más adelante.

No se utiliza con mucha frecuencia el cuarto de baño como escenario de los avatares que se narran en las novelas, pero lo cierto es que entre sus paredes alicatadas el personaje de ficción (igual que les ocurre a las personas reales) se encuentra a solas consigo mismo durante un plazo de tiempo lo bastante prolongado como para tomar decisiones importantes, reconstruir los sueños nocturnos, reflexionar sobre lo divino y lo humano, programarse las actividades de la jornada, especular sobre sus relaciones familiares o amistosas.

¿Quién no se ha encerrado alguna vez en el baño a llorar o a pegar puñetazos, a leer revistas prohibidas o a parlotear con su alter ego, el que se refleja en el espejo que cuelga sobre el lavabo?
Pueden buscar en vano en las páginas de Walter Sccot sin encontrar ni una sola mención de los cuartos de baño”, decía Margaret Atwood en una conferencia, que está recogida en el libro titulado “La maldición de Eva” (Lumen, 2006). Caso diferente es el de Javier Marías, que alude a esta pieza de la casa en el primer párrafo de su novela “Corazón tan blanco”, (Alfaguara, 1999):

No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola...”

En la novela de la amiga, a la que aludo en el primer párrafo, hay diversos cuartos de baño en donde los personajes entran no sólo para realizar sus necesidades fisiológicas, sino también para esconderse, para refugiarse de los peligros del mundo y de las miradas indiscretas, para marcar una pausa antes de seguir peleando con las adversidades de su existencia, para calmarse los nervios o, incluso, para intentar vomitar porque les arden las vísceras a causa de unas palabras afectuosas que no han conseguido digerir.

En algún sitio he leído que Agatha Christie maquinaba algunas de las escenas de sus novelas de misterio en el cuarto de baño. A mí no me extraña nada.

(He cogido las ilustraciones en internet. No constaba el nombre del autor).

6 comentarios:

Maria dijo...

Es un lugar ideal para relajarse, pensar, reflexionar, meditar, leer, pero sobre todo para "enfriarse" tras una "calorina" o llorar a (perdón) moco tentido. El único sitio del mundo donde sabes que te van a dejar en paz al menos unos minutos. Pensándolo bien debería estar más presente en la literatura moderna porque ahora, al precio que está el m2,los espacios son tan pequeños que uno no sabe donde aislarse. Me encantó el post, sobre todo por su originalidad.

Javier dijo...

Disfruto encontrándote y disfruto de tu relato. Cierto, si la sinceridad se personificara todos llenaríamos líneas y párrafos con aquello que hemos pensado, leído, escuchado, hecho...
Creo que acabáis de descubrir un filón.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Greenspan dice en una entrevista que él pensaba mucho mientras se bañaba. Lo leí el domingo en la prensa. Así se quedó de arrugadito el pobre... de tanto pensar.

αnαcoretαhx ~ dijo...

Un lugar perfecto…

Saludos!...

angela dijo...

Creo que la mayoría de nosotros lo primero que hacemos y lo último del día es entrar y salir de él...Todo lo que suceda ahí, tiene sus o su protagonista...Espero que logre grandes éxitos. Un abrazo. Angela

Álvaro Dorian Gray dijo...

Es un rincón de una exclusividad individual única. Yo lo confirmo.
Ah¡ y suerte a tu amiga.
Salud