Entras en la librería de segunda mano y finges que te
interesan los títulos de narrativa ordenados alfabéticamente por el apellido de los autores. Pero en realidad lo que te interesa son los estantes que exhiben ejemplares recién llegados junto a las cristaleras que dan a la calle, de manera que atraigan la atención de los
viandantes que pasan por la acera. Ahí está tu novela, tu nombre, el
título que elegiste para las 280 páginas que enviaste a la editorial. Alguien
la ha traído a esta tienda para deshacerse de ella. ¿Quién habrá sido? ¿La habrá leído antes
de traerla? ¿Le habrá disgustado el tema, los personajes?
Una sensación de desagrado te empuja hacia los estantes del escaparate para cerciorarte de que el libro está ahí. Sí, está. Coges el libro y finges ahora ser una compradora que lo ve por vez primera. El ejemplar se encuentra en buen estado, así que quizás ni siquiera haya sido leído hasta el final. No hay dedicatoria en la página inicial, por lo que no es posible identificar a quien lo ha desalojado de su casa.
El muchacho que atiende a la clientela se acerca por si necesitas un consejo o una aclaración. ¿Te lo llevas? Tiene buena pinta, te dice con una media sonrisa. Su buena disposición te anima a confesarle el motivo de haberlo cogido. Esta soy yo, respondes señalando el nombre de la autora con el dedo.El muchacho sonríe condescendiente. Piensa un instante y recuerda quién ha traído el libro, en una caja con otros muchos. Pero no te lo revela. Confidencialidad, arguye con gesto simpático.
No, no estoy enfadada porque alguien me haya expulsado de su casa y me haya condenado a una tienda de libros de segunda mano. No lo estoy porque esto es un hogar pasajero, el puente hacia otro lugar donde quizás haya un lector o una lectora que disfrutará con el relato como no ha disfrutado su anterior poseedor. No estoy molesta de tropezarme aquí con el libro porque va a tener una segunda oportunidad, no va a apolillarse en una estantería condenado a un olvido largo.
Además,
¿cuántos libros he comprado yo en este tipo de librerías y cuántos se han quedado
para siempre en mi casa? Podría decir varios títulos.
Así que no: No me importa ser un libro segunda mano
P.D.Dos días después, cuando volví a pasar por delante del escaparate, mi novela ya no estaba en ninguna estantería.