viernes, 28 de abril de 2023

Soy un libro de segunda mano

 
Entras en la librería de segunda mano y finges que te interesan los títulos de narrativa ordenados alfabéticamente por el apellido de los autores. Pero en realidad lo que te interesa son los estantes que exhiben ejemplares recién llegados junto a las cristaleras que dan a la calle, de manera que atraigan la atención de los viandantes que pasan por la acera. Ahí está tu novela, tu nombre, el título que elegiste para las 280 páginas que enviaste a la editorial. Alguien la ha traído a esta tienda para deshacerse de ella. ¿Quién habrá sido? ¿La habrá leído antes de traerla? ¿Le habrá disgustado el tema, los personajes?

Una sensación de desagrado te empuja hacia los estantes del escaparate para cerciorarte de que el libro está ahí. Sí, está. Coges el libro y finges ahora ser una compradora que lo ve por vez primera. El ejemplar se encuentra en buen estado, así que quizás ni siquiera haya sido leído hasta el final. No hay dedicatoria en la página inicial, por lo que no es posible identificar a quien lo ha desalojado de su casa.

El muchacho que atiende a la clientela se acerca por si necesitas un consejo o una aclaración. ¿Te lo llevas? Tiene buena pinta, te dice con una media sonrisa. Su buena disposición te anima a confesarle el motivo de haberlo cogido. Esta soy yo, respondes señalando el nombre de la autora con el dedo.

El muchacho sonríe condescendiente. Piensa un instante y recuerda quién ha traído el libro, en una caja con otros muchos. Pero no te lo revela. Confidencialidad, arguye con gesto simpático.

No, no estoy enfadada porque alguien me haya expulsado de su casa y me haya condenado a una tienda de libros de segunda mano. No lo estoy porque esto es un hogar pasajero, el puente hacia otro lugar donde quizás haya un lector o una lectora que disfrutará con el relato como no ha disfrutado su anterior poseedor. No estoy molesta de tropezarme aquí con el libro porque va a tener una segunda oportunidad, no va a apolillarse en una estantería condenado a un olvido largo. 

Además, ¿cuántos libros he comprado yo en este tipo de librerías y cuántos se han quedado para siempre en mi casa? Podría decir varios títulos.

Así que no: No me importa ser un libro segunda mano

P.D.Dos días después, cuando volví a pasar por delante del escaparate, mi novela ya no estaba en ninguna estantería.

 

martes, 25 de abril de 2023

La felicidad de Padura


En las librerías de La Habana no hay ningún ejemplar con su nombre. Le pregunto a los anfitriones del piso en el que me alojo y me contestan que no saben quién es Leonardo Padura. En España es muy admirado y muy leído, les explico sin saber si realmente no lo conocen o si lo más cierto es que Padura pertenece al colectivo de personas de las que es más conveniente no saber nada.

Sin embargo Leonardo vive en Habana, conoce su cuidad al milímetro y escribe los nombres de sus calles y de sus rincones en las páginas de sus novelas. Leer a Padura es regresar a esa ciudad llena de contrastes y de gentes amables que sufren y ríen, que añoran y disfrutan de lo poco o mucho que poseen. Leer las historias de Mario Conde es desentrañar la esencia de los habaneros que te han saludado por la calle, te han ofrecido un paseo en descapotable o te han sugerido que comas en un restaurante recién estrenado. 

Terminé hace unas semanas la lectura de “Personas decentes”, la última de sus novelas publicada en España, con Mario Conde otra vez de protagonista. Y la recomiendo, sin duda. 

Mario Conde no es Leonardo Padura, hay diferencias notables entre el personaje y el escritor. Pero Padura reconocía en la presentación de uno de sus libros anteriores que el personaje tiene mucho de él, de sus pensamientos, de sus decepciones, de sus apegos. 

Imaginaba a Mario Conde, librero y expolicía, contratado ahora como vigilante en un restaurante de moda, investigador casual para ayudar a su antiguo subordinado en un caso de asesinato de un personaje siniestro, lo imaginaba gastándose un anticipo de su sueldo en un banquete con su querida Tamara y su amigo el Flaco Carlos y reflexionando, a la vez, sobre la felicidad. Y escuchaba a Padura.

Varios años atrás, su amigo, el chino Juan Chion, le había regalado una definición del estado de la felicidad. Fue una tarde vaporosa, mientras bebían el contundente licor de arroz que el asiático solía fermentar, y desde ese día Conde había preservado sus palabras como un principio de la verdad, algo firme en un mundo en donde tantas verdades se desmoronaban. Según el anciano, ya por entonces octogenario, su compatriota Lao Tzu, o sea, el Viejo, había desgranado su sabiduría al establecer unas elementales condiciones: «Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estás viviendo en el presente». Y en ese instante, preciso y que sabe fugaz, Conde está viviendo en el presente y el hedonismo con el cual disfruta del momento de tregua —gracias, Epicuro, tú también sabías de esto— lo aboca a la felicidad.

Leer a Padura, enredarse en su prosa, en sus descripciones y sus relatos, en sus elucubraciones también es felicidad. Felicidad de lector.

Os dejo enlace de una entrevista en la que Padura habla de Personas Decentes.


domingo, 23 de abril de 2023

Un libro de libros.

Han pasado dos años desde la última entrada.

Son tiempos de Twitter, Whatsapp, Tik tok, periódicos digitales, canales de youtube personales... Los blogs apenas se usan ya. No sé si son modas o es que un blog te da más trabajo que poner un centenar de caracteres para responder un tuit. No lo sé, pero hoy el Día del Libro me ha traído ganas de volver a recorrer estos caminos que tanto frecuenté durante la pandemia. Caminos por los que anduve con  amigos y amigas, con sus fotos, con las ganas de volver a estar con ellos.

Hoy amanece el día con un hermoso libro hecho de retazos de libros, un libro compuesto por quienes acudimos mensualmente al Club de Lectura de AJAM, Asociación de Jubilados intrépidos, cultos, activos, viajeros, curiosos y lectores, muy lectores.

Y he decidido compartir ese libro singular con conocidos y desconocidos.

Es una manera de celebrar este día y repetir a quien quiera saberlo cuánto amo/amamos los libros, cuánto nos aportan, cuánto nos ayudan, cuánto les debemos.