Los grandes almacenes de libros están en declive. Las pequeñas librerías, en cambio, las que sobrevivieron a la apertura de las tiendas de varios pisos, se mantienen e, incluso, recuperan su clientela y sus adeptos. Esto leo en un artículo que hoy publica El País, en el que se mencionan los libros de papel y los libros digitales.
No son éstos, los libros para leer en soporte digital, enemigos de los libros de papel porque los que ya gozamos de las ventajas de un aparatito de lectura no hemos abandonado los volúmenes con hojas y letra impresa, sino que compatibilizamos el uso de uno y de otros. Cuando sales de viaje, cuando te trasladas en autobús o tren hasta tu centro de trabajo, cuando quieres leer una obra de cientos de páginas, el soporte digital es idóneo: pesa poco, abulta poco, se transporta en un bolso o en un maletín, se adapta a cualquier situación... Poseer un libro electrónico no te priva de pasarte por la biblioteca de cuando en cuando a buscar un libro determinado, ni de acudir a la librería a comprarte una novela que quieres tener en tu estantería porque supones que la releerás en el futuro o se la vas a prestar a tus amigos o a tus familiares.
Por eso y porque el soporte digital no está demasiado extendido entre la gente de la calle (teniéndose en cuenta, además, que los lectores asiduos no significan un porcentaje muy amplio de la población), considero que los e-books no suponen un peligro para los ejemplares impresos. Otra cosa distinta es que las megalibrerías tengan que cerrar porque no hacen un negocio tan lucrativo como hace unos años. Ese declive es fácil de entender.
Los aficionados al libro siempre han (hemos) preferido las librerías de más reducidas dimensiones donde hay uno o dos libreros que son capaces de darte un consejo cuando dudas sobre una obra o dialogar unos minutos contigo sobre un autor de tu gusto. Esas librerías, amenazadas por los macroalmacenes, según cuenta el artículo referido, no están amenazadas por las nuevas tecnologías. Mucho menos, creo yo, si esas librerías se apuntaran al comercio de e-books, instalando en sus locales los dispositivos necesarios para vender obras en formato digital o, incluso, para imprimir un ejemplar de la obra requerida por el comprador. (Los dispositivos existen, como se ve en esta noticia del año pasado).
"Resulta, finalmente, que la ficticia Fox Books, y las grandes superficies a las que representa en la película Tienes un e-mail, no acabaron con el mundo occidental tal y como se lo conoce. Es cierto, cerraron muchas pequeñas librerías. Pero en los años recientes han abierto muchos nuevos comercios, para cubrir el hueco que están creando las grandes superficies que cierran ya a un ritmo imparable. Por ejemplo, desde hace un año, Washington alberga dos nuevas librerías de segunda mano, Kulturas, regentadas por el matrimonio conformado por Andrew McDonald e Irene Coray."
No sé si esas librerías, las de segunda mano, las que ofrecen libros descatalogados y libros baratos, han notado una bajada de sus compras pero sí he detectado que en la Cuesta de Moyano, donde hay varias casetas de libros viejos que funcionan todo el año, en la Feria del Libro Antiguo, que se celebra en mayo en el paseo de Recoletos, y en las librerías de segunda mano de Madrid, siempre hay gente viendo los libros, revolviendo en las pilas y en los estantes, buscando algo o esperando una sorpresa, un libro que no encontraría en los grandes comercios del sector, donde las novedades ocupan mostradores y almacenes, donde hay cientos de ejemplares de un novelista de moda, por mala calidad que tengan sus textos, y no puedes comprarte "La tía Tula", de Unamuno o una obra de un autor que no fue publicitado en los medios de comunicación.
No son éstos, los libros para leer en soporte digital, enemigos de los libros de papel porque los que ya gozamos de las ventajas de un aparatito de lectura no hemos abandonado los volúmenes con hojas y letra impresa, sino que compatibilizamos el uso de uno y de otros. Cuando sales de viaje, cuando te trasladas en autobús o tren hasta tu centro de trabajo, cuando quieres leer una obra de cientos de páginas, el soporte digital es idóneo: pesa poco, abulta poco, se transporta en un bolso o en un maletín, se adapta a cualquier situación... Poseer un libro electrónico no te priva de pasarte por la biblioteca de cuando en cuando a buscar un libro determinado, ni de acudir a la librería a comprarte una novela que quieres tener en tu estantería porque supones que la releerás en el futuro o se la vas a prestar a tus amigos o a tus familiares.
Por eso y porque el soporte digital no está demasiado extendido entre la gente de la calle (teniéndose en cuenta, además, que los lectores asiduos no significan un porcentaje muy amplio de la población), considero que los e-books no suponen un peligro para los ejemplares impresos. Otra cosa distinta es que las megalibrerías tengan que cerrar porque no hacen un negocio tan lucrativo como hace unos años. Ese declive es fácil de entender.
Los aficionados al libro siempre han (hemos) preferido las librerías de más reducidas dimensiones donde hay uno o dos libreros que son capaces de darte un consejo cuando dudas sobre una obra o dialogar unos minutos contigo sobre un autor de tu gusto. Esas librerías, amenazadas por los macroalmacenes, según cuenta el artículo referido, no están amenazadas por las nuevas tecnologías. Mucho menos, creo yo, si esas librerías se apuntaran al comercio de e-books, instalando en sus locales los dispositivos necesarios para vender obras en formato digital o, incluso, para imprimir un ejemplar de la obra requerida por el comprador. (Los dispositivos existen, como se ve en esta noticia del año pasado).
"Resulta, finalmente, que la ficticia Fox Books, y las grandes superficies a las que representa en la película Tienes un e-mail, no acabaron con el mundo occidental tal y como se lo conoce. Es cierto, cerraron muchas pequeñas librerías. Pero en los años recientes han abierto muchos nuevos comercios, para cubrir el hueco que están creando las grandes superficies que cierran ya a un ritmo imparable. Por ejemplo, desde hace un año, Washington alberga dos nuevas librerías de segunda mano, Kulturas, regentadas por el matrimonio conformado por Andrew McDonald e Irene Coray."
No sé si esas librerías, las de segunda mano, las que ofrecen libros descatalogados y libros baratos, han notado una bajada de sus compras pero sí he detectado que en la Cuesta de Moyano, donde hay varias casetas de libros viejos que funcionan todo el año, en la Feria del Libro Antiguo, que se celebra en mayo en el paseo de Recoletos, y en las librerías de segunda mano de Madrid, siempre hay gente viendo los libros, revolviendo en las pilas y en los estantes, buscando algo o esperando una sorpresa, un libro que no encontraría en los grandes comercios del sector, donde las novedades ocupan mostradores y almacenes, donde hay cientos de ejemplares de un novelista de moda, por mala calidad que tengan sus textos, y no puedes comprarte "La tía Tula", de Unamuno o una obra de un autor que no fue publicitado en los medios de comunicación.
Si os gustan los libros, no dejeis de ver el artículo en cuestión.
18 comentarios:
Yo aún no me decidí con lo del ebook, pero cada vez me tira más.
Las librerías pequeñas supongo que tienen una clientela fiel de años y el problema debe ser plantearse abrir de nuevas, y más aún con los tiempos que corren. Los grandes capitales lo tienen más fácil para invertir en meganegocios que si no funcionan no arriesgan tanto como los que tienen cuatro ahorrillos y se atreven a montar una tiendecilla, sea una librería o una charcutería.
A mí me gustan las librerías de viejo y el olor a papel polvoriento... es relajante perderse en ellas.
Un beso Cecilia
Casualidades, acabo de verlo hace cosa de un cuarto de hora. Y totalmente de acuerdo. Yo esoty por comprarme una maquinita de estas. Para recuperar clásicos básicamente. Llegará un momento en que las ediciones tendrán también su aparato crítico, etc. No, no me niego... un libro nunca será enemigo de otro libro. Y espero que el negociante de libros tampoco sea nunca enemigo del autor de los libros...
Interesante tu post, con el cual, en esencia, coincido.
A mi me encanta el "sabor y olor" de la libreria tradicional, que, coincido, esta recuperando la clientela.
un cordial saludo.
Hace mucho tiempo que algunos tenemos claro que no importa tanto el soporte como lo que se lee.
Y que el futuro -quién sabe qué será- combinará todo lo que quiera la gente que consuma literatura.
A mí también me gustan las pequeñas librerias, sobre todo esas que tienen un fondo que va más allá de los últimos dos o tres años, librerías cuyas estanterías acumulan la voluntad del librero.
Nunca he leído un libro digital, pero de ninguna manera me parece amenazador. El 70% de los libros que tengo los compré de segunda mano, sólo voy a las megalibrerías a leer un poquito gratis! jajajajajaja
Me gustó leerte de nuevo después de tanto tiempo.
Soy bastante tradicional, por lo que me costará cambiar las hojas de papel, eso si mejor de bolsillo, siendo la tapa más blanda y sobre todo la librerias pequeñas no muy grandes, donde sobrevive lo ajeno, lo antiguo, la experiencia del que te atiende y esa olor tan particular. Por otro lado como todo ha de avanzar y adaptarse a las necesidades de hoy en día, consiguiendo que sea más práctico.
Un abraz Cecilia.
didi.
Hola, coincido en las ventajas de un ebook, y de igual forma creo que el comercio de libros impresos no decaerá de manera significativa ya que al menos en mi país sigue ese flujo de ventas en las diversas liberarías y ferias de libro.
Creo que la magia, la nostalgia y lo interesante de un libro impreso es parte de esa esencia por la búsqueda de nuevas cosas dentro de unas páginas.
Excelente artículo!
Saludos! :B
Esta claro, creo, que el futuro del libro pasa por la implantación de los e-books , como avance tecnológico y de soporte, tal y como ha pasado en otros campos donde se podrían hacer ciertos paralelismos. A pesar de ello, muchos conservamos el placer o el interés por el libro impreso y entiendo que convivirán durante mucho tiempo ya que algunos libros, aquellos con mucho componente gráfico p. e..
En cualquier caso, las evoluciones no son únicamente en una dirección y con una velocidad inamovible, de hecho, la supervivencia de las pequeñas librerias y el retroceso de las macroteindas que recoge el artículo es buena prueba de ello.
Un saludo
Pienso realmente que el e-book no reemplaza al de papel, solo que es mucho más práctico en viajes y traslados como tu dices, una rata de biblioteca no dejará jamás el libro clásico, lo mejor es compartirlo.
Con el tiempo se impondrá; y está bien. Sin embargo, para mí gusto, aún le falta mucho a dicho artilugio tecnológico; y no por una cuestión romántica, sino más bien, práctica, Vg.: Marcar páginas, hacer notas, recolectar palabras, etc.
Saludos, Ceci.
En las pequeñas librerías deberían tener todas una linda mesita y sillones para tomar café al mismo tiempo.
Supongo que si alguien no trabaja con plataformas digitales todo el día -la uni esta supertecnologizada- encontrará incluso agradable un e-book.
A mí me agobian.
Besitos
A los que nos gustan los libros, no podemos dejar de entrar a esos sitios por lo tanto, no pueden dejar de existir. La tecnología nos ayudará pero los libros y si son buenos, nos darán la vida.
Besicos muchos.prole
No tiene que ver con tu post, pero... creo que es interesante la aportación
http://www.libertaddigital.com/opinion/carmelo-jorda/quiero-que-mis-libros-dejen-de-imprimirse-56484/
Cecilia.
Como tú sabes, también soy usuaria de e-book (e-reader o como se llame) y sigo comprando libros. De todas formas, creo que el libro electrónico está llamado a cambiar la forma en que se organiza el mundo editorial y las librerías. Creo que muchos autores nuevos van a tener la posibilidad de abrirse camino. Al menos, eso espero.
Las librerías pequeñas, esas en la que el dueño conoce el producto que tiene, pueden haber sido perjudicadas en un principio por la espectacularidad de las grandes tiendas, pero creo que la mayor parte de ellas se mantienen al pie del cañón y como tú dices "los libros no son enemigos de los libros"
Ya veo que SBM se me adelantó en parte. Bueno... hablaré con él.
Besos
De todas formas tengo que confesar algo... cada vez que voy Madrid me encierro en el FNAC y se me ponen los ojos como platos.¡Que le vamos a hacer! le doy a todos los palos.
Me alegra que pienses así, Cecilia. TEngo ganas de tener un lector digital y eso no quiere decir que vaya a renunciar al tacto del libo de toda la vida así como no he olvidado a escribir con un lápiz aunque paso muchas horas escribiendo con un teclado.
Un abrazo.
A los amigos que tienen iPads o Kindles les encanta lo mismo que tu dices, la ligereza y lo fácil que es llevarlo en el bolso. Yo no tengo pero creo que hay espacio y usos para el libro de siempre y el e-book.
Completamente de acuerdo sobre las pequeñas librerías. Yo, aún, nunca he comprado un libro en el Corte Inglés o en un VIPS. No puedo. Tampoco he leído un e-book aunque, con el tiempo, seguro que lo acabaré haciendo. Hablando de libros viejos, acabo de terminar uno escrito en 1929 sobre la sabiduría de G.K. Chesterton ("The Wisdom of G.K. Chesterton" de Patrick Braybrooke) que ha sido una delicia aunque en el viaje se iba deshaciendo (se cayó la contra-tapa, la etiqueta trasera, en fin, lo debería de haber forrado como cuando era pequeña...). Besotes, M.
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