Es sabido (y aceptado), que el cine y la literatura son géneros con normas narrativas muy diferentes, que hacer una película no es calcar una novela sobre una pantalla y que hay que permitirle al cine licencias y modificaciones en función de una mejor comprensión de la trama e, incluso, de una mayor impacto de la historia en los espectadores. Supongo que en eso estamos de acuerdo casi todos. Pero yo me pregunto por qué se introducen en ciertas películas variaciones que no alcanzo a justificar. Me explicaré.
Fui a ver "Las viudas de los jueves" a poco de estrenarse. Es una historia coral, emplazada en una urbanización de cierto postín en la Argentina de finales del siglo XX. La crisis económica que se cierne sobre el país va minando la estabilidad de algunas familias, que no se resignan a perder la vida bullanguera y ostentosa que llevaban hasta ahora. Entre cenas, festejos y competiciones deportivas va pasando el tiempo y transformando comportamientos. Una mañana aparecen tres hombres muertos en una piscina, lo que conmociona a una comunidad que se creía sólida y protegida frente a los problemas del exterior.
Después de la sesión de cine, con buen sabor de boca todavía, busqué el libro de Claudia Piñeiro en el que Marcelo Piñeyro se basó para hacer su película. Y me llevé varias sorpresas, unas comprensibles y otras incomprensibles para mí.
Comprendo que en la película se hayan reducidos los muchos personajes de la novela se hayan reducido a cuatro parejas y a sus hijos; comprendo que en ellos se hayan concentrado caracteres, anécdotas y sucesos que en la obra de papel están distribuidos entre varias. familias. Comprendo que haya variado el número y la personalidad de los hijos, que se incremente el protagonismo de unos y se obvie pasajes relativos a otros componentes del vecindario.
Fui a ver "Las viudas de los jueves" a poco de estrenarse. Es una historia coral, emplazada en una urbanización de cierto postín en la Argentina de finales del siglo XX. La crisis económica que se cierne sobre el país va minando la estabilidad de algunas familias, que no se resignan a perder la vida bullanguera y ostentosa que llevaban hasta ahora. Entre cenas, festejos y competiciones deportivas va pasando el tiempo y transformando comportamientos. Una mañana aparecen tres hombres muertos en una piscina, lo que conmociona a una comunidad que se creía sólida y protegida frente a los problemas del exterior.
Después de la sesión de cine, con buen sabor de boca todavía, busqué el libro de Claudia Piñeiro en el que Marcelo Piñeyro se basó para hacer su película. Y me llevé varias sorpresas, unas comprensibles y otras incomprensibles para mí.
Comprendo que en la película se hayan reducidos los muchos personajes de la novela se hayan reducido a cuatro parejas y a sus hijos; comprendo que en ellos se hayan concentrado caracteres, anécdotas y sucesos que en la obra de papel están distribuidos entre varias. familias. Comprendo que haya variado el número y la personalidad de los hijos, que se incremente el protagonismo de unos y se obvie pasajes relativos a otros componentes del vecindario.
Pero no entiendo por qué en la película se sustituye el problema de la niña adoptada, en liza permanente con su madre falsa, y se cae en el tópico de la adolescente provocativa y rebelde sin causa; por qué se introducen una violación y una atracción lésbica que no aparecen en la novela y se elude, en cambio, un dato que es clave para entender el final de la historia, que es más contundente en el libro que en la película.
¿Se trata de responder a los gustos de los espectadores, que son más morbosos y más exigentes que los lectores de libro? ¿Se trata de no obviar ninguno de los ingredientes que se creen imprescindibles para que una película sea taquillera?
Tampoco entendí nunca por qué David Trueba convirtió al protagonista de Soldados de Salamina, un trasunto del propio Javier Cercas, en mujer (salvo que fuera para adjudicarle a Ariadna Gil, su pareja, el papel principal de la obra).
De todos modos os digo que la película merece la pena. Aquí os dejo unas secuencias para que veáis de qué va la historia. ¡Ah! Los actores y las actrices estupendos.
14 comentarios:
Precisamente por estos cambios que hacen los directores y guionistaS, prefiero leer primero el libro, de lo contrario, me desilusiono mucho. Claro que a veces y por falta de tiempo, veo la pelicula y luego me pasa lo que nos comentas.
DE todas formas, procuraré ver la película.
Besicos muchos.
Por lo que cuentas, el libro es mucho más interesante que la pelicula. Habrá que leerlo porque la peli no creo que llegue a Ibiza... Besotes, M.
Los guionistas hacen pocos cambios, es más, diría que ni siquiera los hacen los directores, los cambios los hacen los productores, es decir, la gente que pone la pasta, que muchas veces no sabe hacer cine ni contar historias, y casi siempre, en contra de los guionistas y directores, que en la mayor parte de las ocasiones (al menos los guionistas) no son más que curritos a sueldo que siguen indicaciones.
Yo tampoco lo entiendo. Puro marketing me supongo.
Un beso Cecilia, te comento poco por falta de tiempo pero sigo leyéndote.
Trueba simplificó la novela con fines comerciales.
No he leído la novela, no he visto la película. Intentaré hacerlo.
Pocos espectadores muestran tanta perspicacia para descubrir las diferencias entre una pelicula y el texto en el que se basa. Seguramente si se hiciera un análisis a fondo se encontrarían pruebas más que sobradas de eso que se llama "versión libre del original" cuando no se trata de una utilización artera de una buena novela o de un buen autor. El cine permite dar rienda suelta a las obsesiones, a los mitos, a los caprichos de los directores y/o los productores, quizá con la mirada puesta en el morbo que aumenta la atracción comercial del argumento o, como bien dices, en el sesgo personal que se desea introducir simplemente porque se puede hacer aunque se transgreda la base de partida.
Hola Cecilia, casi siempre pasa lo mismo. Yo si leo primero la novela, la mayoría de veces ya no voy a ver la película.
En alguna ocasíón parece que estés viendo otra obra.
Un abrazo.
De seguro ya diste con la respuesta en base a las preguntas que formulas; y es que el cine, al parecer, funciona así: necesita de elementos visuales que hagan ‘recordable’ la película.
Saludos.
He llegado a intentar dejar a un lado el libro y la película y, casi todas las veces, lo he podido hacer. Lo único que no puedo es no poner la cara del personaje de la peli en el del libro.
Recomendación de película; Pájaros de papel.
Estoy contigo en Soldados de Salamina, es algo que me cuesta infinito y no logro entender
saludos y salud
Pues mira, como yo, ni he leído el libro, ni visto le película ya sabes lo que me espera... leer el libro, y esperar que alguien me deje ver la película
besos
Hola Cecilia,
Realmente muchas veces no he decidido ver una película cuando he leido el libro, por estos motivos, prefiero quedarme con el sabor de la novela, los olores, las caras inventadas, los rostros, el frío, el calor...todo eso que solo un libro puede transmitirte, eso sí, también he ído a ver películas de libros leídos y no siempre he salido decepcionada.
Un abrazo, didi.
Totalmente de acuerdo, los lenguajes de cine y novela conllevan cambios en las adaptaciones, es normal. Pero luego lo que me parece inaceptable son esos cambios que se justifican solamente por criterios de comercialidad, que me parece que es lo que tú criticas. Hay muchos casos similares, en que lo más denso es sustituido en pos de la provocación y la facilidad (o mejor, simplicidad, o mejor aún simpleza) En cualquier caso te haré idem e iré a ver la peli. ¿O mejor que lea la novela? Un abrazo.
Todavía estoy alucinando con lo de Soldados de Salamina, con EL embrujo de Shanghai y no he querido ver Los girasoles ciegos y muchas otras cuyas novelas me encantaron para no tener que seguir alucinando.
Un saludo
Celia creo qie los espectadores de la pantalla somos diferentes de los lectores.más que versiones, son inspiraciones.
gracias por la recomendacion, creo que la veré.
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