lunes, 12 de octubre de 2009

Afganistán sin cometas

Afganistan, en un periodo anterior a los desastres y conflictos provocados por rusos y talibanes. Amir, hijo de un padre notable en su comunidad, se cría en un hogar sin mujeres. El hijo de su criado, Hassan, es su compañero de juegos, su amigo devoto, el mejor volador de cometas de la región. Pero Amir le trata con desdén, le hace pagar la frustración que le produce el poco amor que su padre le demuestra, quizás porque al nacer el niño murió su esposa.

La vida tranquila de los niños se tuerce a causa de un episodio dramático. Hassan es la víctima, pero Amir, testigo mudo del suceso, se ensaña con su amigo y consigue alejarlo de su casa. En 1973 se instala el país un gobierno comunista apoyado por los invasores rusos. Estalla en Afganistán la guerra. Muchas familias huyen al extranjero, mientras los talibanes conquistan el país y lo someten a una dictadura religiosa. El castigo, la muerte, el dolor se ceba en los hombres y, sobre todo, en las mujeres que permanecen en el país.

En Estados Unidos, gracias al trabajo de su padre en una gasolinera, Amir estudia, inicia una carrera como escritor y se casa con una mujer de su nacionalidad, que está marcada por un devaneo amoroso anterior. Amir la ama sin considerar que ella tiene alguna culpa porque la suya respecto a Hassan, al que no olvida, es mayor que cualquiera.

Un buen día un viejo amigo le reclama desde Afganistán. Hassan ha muerto y su hijo está en un orfanato...

No es una historia de amistades infantiles, no es una historia dulce. La imagen de la portada y la faja en la que se indica los miles de ejemplares que se han venido de la novela podrían confundir al lector, hacerle pensar en una novelita fácil de niños que se alejan y se reencuentran, superan sus traumas, reanudan sus relaciones infantiles... Pero no es así.

"Cometas en el cielo", de Khaled Hosseini, es una historia dura, porque se desarrolla en un país que sufre, un país hostigado por injusticias sociales, discriminaciones de castas, invasiones, guerras, intransigencias políticas, persecuciones religiosas... Y esas lacras están presentes en la novela, condicionando a las gentes sencillas que tratan de sobrevivir a pesar de la pobreza, la ignorancia y la dependencia de los caprichos de los poderosos.

Las escenas más terribles corresponden a la época de los talibanes. Amir regresa a un Afganistán dominado por los guerreros islamistas que lapidan a mujeres en sesiones circenses, de asistencia masiva, que siembran el terror entre quienes no pertenecen a sus clanes, que destruyen pueblos de gentes a las que consideran inferiores. Y, aunque trata de pasar desapercibido, se tropieza con un enemigo que le espera desde la infancia para machacarle.

Cuando leía la novela, cuando tuve que contemplar la perversidad del guerrero talibán abusando de una criatura, creí que estaba leyendo una escena ficticia, totalmente ficticia. Pero hace unas semanas encontré este párrafo en un reportaje sobre los talibanes, que publicaba la revista dominical de El País. Un reportero había estado en el país, buscando talibanes para saber de ellos.

Lo que nos hemos encontrado es una sociedad de guerreros. Un mundo que ha hecho de la interpretación más extrema del Islam una forma de sobrevivir a la eterna tragedia afgana. Un mundo tribal que se agarra a su código de honor con tanta o más fuerza que al Islam. Un mundo donde sólo se respeta al que lucha. Y las mujeres no luchan. Dice un dicho pastún: "Todas las mujeres son despreciables, incluidas tu madre y tu hermana". Un mundo de hombres, donde hasta los amores son entre hombres. Un mundo que engendra prácticas que uno no espera encontrarse entre los talibanes. Hemos visto a los fieros comandantes de la insurgencia disfrutando de los bailes eróticos de niños que danzaban por unas monedas.

Hay una película basada en la novela, que no he visto pero que, si se ajusta al texto original, debe ser impresionante y tristísima. He encontrado estas secuencias en you tube




Afortunadamente, en la última página del libro de Khaled Hosseini, una cometa surca el cielo azul. No es Afganistán la tierra de la que se ha levantado, pero las manos de quienes tiran de los hilos proceden de aquel país. ¿Podrán regresar algún día estos exiliados a la tierra de sus antepasados? ¿Dejarán de padecer los que no pudieron escapar al régimen del terror? ¿Dejarán de morir de hambre las mujeres viudas y los niños sin padres? ¿Volverán algún día a lanzar a la atmósfera sus cometas los niños de Afganistán?

¿Que pasaría, me pregunto al hilo del reportaje que menciono arriba, si los soldados extranjeros se marcharan de Afganistán y se quedaran a solas los habitantes con los talibanes?


Agradezco vuestros mensajes afectuosos durante este tiempo que estoy medio ausente. No son causas malignas: vacaciones en septiembre, jaleos domésticos que exigen tiempos largos a pesar de su poca envergadura, unidos a ciertas ganas de adelantar lecturas y otras tareas pendientes, me tienen un tanto distanciada del ordenador. Paso de cuando en cuando por los blogs amigos, pero sigo ocupada en asuntos de este otro lado de la pantalla que hacen los días muy cortos. Aunque entre poco, sigo aquí y sigo con vosotros.

15 comentarios:

Isabel dijo...

Buenísima tu entrada Cecilia, tiene que ser horrible vivir esas experiencias, tanta muerte inútil, tanto odio y tanto dolor. Compraré ese libro. Un beso
Nota: intenté hace dias entrar en tu blog, pero no lo conseguí, creí que lo habias cerrado, me alegro que estés de vuelta

Merche Pallarés dijo...

¡Bienvenida de vuelta, querida Ceci! Ese libro suena duro. Las injusticias, a la larga, engendra monstruos como es el caso de los Talibanes. ¡Pobres mujeres afganas! Besotes, M.

Raquel dijo...

Difícil la pregunta.

A mí también me impresionó el libro.
Un abrazo

Ciberculturalia dijo...

Novela que ya leí y me entusiasmó. La película no la he visto pero me dijeron que de ninguna manera tenía el nivel de calidad que la novela, cosa por otro lado que suele pasar.
Pues es cierto que te echamos en falta pero por lo que veo son temas laborales los que como dices te mantienen en el otro lado de la pantalla.
Seguiremos aquí para verte cuando puedas.
Un beso
Carmen

Unknown dijo...

Cecilia, me alegro de tu vuelta.
Las cometas en el cielo significan la libertad. Ojalá algún día el cielo de Afganistán se llenen de color.
Un beso fuerte

José Núñez de Cela dijo...

No he leido la novela, pero sí que vi la película y me impresionó tanto por su dureza como por su lado "poético".
A mediados de septiembre estuve en Nepal y recordé mucho la peli, al ver la pasión de los niños por las cometas en aquel país. los cielos, a ciertas horas, se pueblan de ellas y los niños suben a las terrazas para volarlas... y aqui los nuestros con sus aparatitos...

Un abrazo

Francisco Posse dijo...

A mí me asombra que haya gente con mentalidad de hace cincuenta años, así que te puedes imaginar lo que me pasa por la cabeza cuando veo pueblos que siguen en la parte más cruda de la Edad Media.

Por el blog, lo más importante no es actualizarlo, sino que tenga contenido, y éste lo tiene, así que siempre que no sea por algo malo, está bien actualizarlo cuando a uno le viene bien y apetece.

Un saludo

Anónimo dijo...

Entro en tu blog, justo después de publicar mi entrada, y me encuentro con una visión que complementa mi enfado, o mi perplejidad. Sé que es muy complicado, ya lo sé y no tengo ni idea de qué ocurriría si se marcharan los soldados extranjeros. No parece que nada bueno. Pero no sé si compensa, porque además, me temo que encima los malos van ganando. Y con diferencia.

Naveganterojo dijo...

Antes que nada, bienvenida, espero que las vacaciones hayan sido agradables.
Respecto la libro y el tema de Afganistan.....es compilcado para un occidental entender la mentalidad de ese pais, el machismo llevado al extremo, la fatalidad de sus gentes, la radicalidad religiosa, etc,etc.
Creo que las tropas extranjeras no estan haciendo las cosas bien, y eso perjudica mas que ayuda al pueblo afgano.
Un abrazo.
Salud y felicidad

Hada Isol ♥ dijo...

Hola Cecilia! yo estoy leyendo este libro y es muy triste pero hermoso,te pone ante una realidad muy cruda,ya antes leí Mil soles espléndidos y quedé conmovida,movilizada,impactada.
Ahora también,y con tu comentario del mismo más,te mando un abrazo enorme,me alegro de verte bien!!!!!!!!!!

hada isol

Fernando Manero dijo...

Tus consejos literarios siempre llegan como el agua de mayo. La descripción que haces de la novela invita más que a la lectura. Llama a la reflexión, al interés, al afán por descubrir la historia de ese atormentado país, a quien deseamos la mejor de las suertes. Gracias por volver a deleitarnos con tus siempre pertinentes y acertadas sugerencias.

Manu Espada dijo...

Lo de refugiarse en el fanatismo religioso, por desgracia, no es nuevo. La Historia de la Humanidad está plagada de mujeres lapidadas y quemadas en hogueras por brujas. Casi siempre la sufren más ellas que ellos.

m.eugènia creus-piqué dijo...

Cecilia se me había colado tu post y ahora lo he visto, disculpame.Parece un libro muy interesante. Lo de Afganistan verdaderamente pone la carne de gallina con estos asesinos, Un beso y espero que no tardes tanto en publicar, te echamos de menos.

Josep dijo...

Hola Cecilia, me alegro de que ya estés aqui.
Las cometas no solo tendrían que llenar el cielo de Afganistan,aun quedan muchos cielos para llenarlos de libertad.

Gracias por volver.
Una abraçada/ un abrazo.

Laura dijo...

Y se agradece que sigas, porque me encanta el aire fresco que entra en casa cuando abres la puetta del balcón. A la chica pelirroja se le mueve la trenza y siente la necesidad de asomarse y, como siempre, aprender.

Un saludo