El invierno
ha regresado al país. Como si la naturaleza, tan generosa con los humanos que
no lo somos tanto con ella, quisiera acompañarnos en este periodo de
hibernación.
Desde que
apareció en enero el maldito virus se nos han llenado los buzones y las redes
de opiniones sobre la pandemia, sus efectos sociales, sus causas. Hay muchas
teorías y la mayoría, una gran mayoría no se sustenta en ninguna evidencia científica
o no tiene más valedores que un profeta a posteriori, un influencer aburrido o
un apóstol de las insidias y el catastrofismo. A cada uno de nosotros, sin
embargo, nos asiste el derecho a adoptar la teoría que mejor cuadre con
nuestra ideología, con nuestra conveniencia o, simplemente, con la urgencia de encontrar un motivo de diálogo o de controversia en nuestros grupos de
whatsapp.
La idea de
que la naturaleza se está vengando de los humanos, que he oído proclamar estos días,
no me resulta convincente. La naturaleza es generosa con nosotros, lo decía
antes. No ataca a los bichos humanos por mucho que nosotros la talemos, la
ensuciemos, la calentemos, le arrebatemos su flora y su fauna, por mucho que
los humanos seamos despiadados con el planeta en el que vivimos. La naturaleza
no es vengativa, no nos castiga por nuestro vandalismo sino que intenta
restañar sus heridas y rebrotar allá donde nuestra mano la ha cercenado.
¿Por qué somos
tan fatuos los seres humanos? ¿Por qué nos creemos que todo lo que nos rodea es
de nuestra propiedad y lo podemos transformar a nuestro capricho? ¿Por qué
destrozamos playas, bosques, selvas, montañas, océanos, ríos, lagunas?
Sigo viendo
caer la lluvia tras los cristales de mi ventana. Pilar, amiga lectora, envía fotos de flores que hizo el año pasado en la "preciosa ciudad inglesa" de Chentelham. Unas fotos que son reconfortantes en este lunes frío e invernal. El último lunes de marzo.
Las cifras de enfermos y fallecidos siguen siendo exageradas. Al otro lado del Atlántico, el virus arrebata salud y vidas como un demonio desatado.
Echo mano
del periódico de ayer y recupero algunas frases de Emilio Lledó, ese hombre lúcido y sencillo que debería hacernos reflexionar al menos un instante.
“Dentro de
poco empezará a explotar la primavera y en la próxima estación esas hojas se
caerán y el año que viene saldrán otras. Esa es la continuidad de la
naturaleza, y esa continuidad no nos es dada a los humanos. Pero sí nos es dada
la de nuestros ideales, la continuidad futura de aspiraciones como la verdad,
la justicia, la bondad, la belleza. Todo eso prosigue, aunque tú te vayas fuera
de la Historia. Y también es consolador mirar la vida de uno y encontrar que en
ella hay cierta coherencia desde el principio hasta el final. Recordar tu vida
y no avergonzarte. Saber que te has podido equivocar, seguro, pero que nunca
has hecho daño a nadie ni has intentado perjudicar a nadie.” (El País)
1 comentario:
No, esto es cosa de los seres humanos: engreídos.
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